Roger Federer, Serena Williams, Tom Brady, Michael Jordan, Valentino Rossi, Fernando Alonso, Maialen Chourraut…Son muchos los atletas legendarios que dilatan su carrera hasta incluso los 40. Son los mejores en su disciplina, así que apuran al máximo para seguir ampliando su palmarés. Su ilusión y sus ganas de competir y triunfar prevalecen sobre los sacrificios que supone ser deportista de élite.
Pero esta no es la norma general. Incluso, hay deportistas del nivel de Nico Rosberg, Casey Stoner, Javier Fernández y Justine Henin, entre otros, que se retiran antes de cumplir los 30, o con las 30 primaveras recién cumplidas, sin presentar graves problemas de lesiones físicas. Ahora, sumamos a esta lista a Ashleigh Barty, la discreta número 1 del ránking mundial femenino de tenis que, con 25 años, ha sorprendido al mundo anunciando el punto y final de su carrera deportiva.
La australiana, dominando con mano de hierro el ránking desde verano de 2019, anunció el miércoles 23 de marzo en su cuenta de Instagram que colgaba la raqueta «y que se sentía muy emocionada por sus nuevos retos». ¿El porqué? Tras lograr su sueño de levantar Wimbledon en 2021 y después de ganar el Australian Open este año y ser la primera australiana que lo consigue en 44 años; sus motivaciones vitales están fuera del tenis profesional. Quiere pasar más tiempo con su familia y emprender nuevos proyectos sin tener que viajar 11 meses al año. «Ahora es el turno de de la ‘Ash’ persona, no de la ‘Ash’ atleta», concluyó.
Salud mental
Aunque no menciona ningún problema de salud mental, salta a la vista que la exigencia que ha tenido que soportar en todos estos años -incluyendo su etapa adolescente en la que peleó para convertirse en profesional- ha influido en su decisión y en que se sienta «agotada» e incapaz de seguir dándolo todo física y mentalmente.
A pesar de que hay distancia entre los casos, es sencillo que se nos vengan a la cabeza ejemplos de deportistas que han sufrido problemas psicológicos a costa del deporte de élite. Los más recientes son los ejemplos de la también tenista y ex número 1 del mundo Naomi Osaka, que confesó en 2021 que sufría problemas de salud mental, y la campeona olímpica Simone Biles, que anunció en plenos Juegos Olímpicos de Tokio que su depresión no la permitía competir y dar el máximo como gimnasta.
La dureza de ser un deportista extraordinario
Estos casos dejan constancia de una realidad. Los deportistas de élite son millonarios, tienen muchos fans y son referentes de miles de personas. Seguramente, solo los cantantes más exitosos están al nivel de popularidad de los mejores atletas del mundo.
Pero es importante ver también el lado negativo de competir al más alto nivel. Extenuación física, estar fuera de casa muchos meses, lesiones, tratar con los medios de comunicación, spots publicitarios, ser siempre políticamente correcto para evitar una avalancha de críticas, problemas mentales y, además, entrenar al máximo para poder ganar.
A simple vista, parece bonito ser deportista profesional, pero no es casualidad que muchos opten por echarse a un lado de manera anticipada. A algunos deportistas, como Barty, no les compensa todo el sacrificio que implica ser la número 1 del mundo.