La crisis del Covid-19 llevó en marzo a cerrar los colegios. Con un trimestre todavía por delante, los alumnos se enfrentaron a una educación online para la que los colegios no estaban preparados. La brecha tecnológica entre alumnos fue patente en todas las Comunidades Autónomas. Ahora, y a poco más de un mes para el inicio del nuevo curso escolar, aún se desconoce cómo retomarán las clases los estudiantes. Ni escolares de primeras etapas ni universitarios saben si acudirán a las aulas de manera presencial o no, si tendrán que hacer turnos o si comenzarán de nuevo a distancia. Desde el Ministerio de Educación se ha recomendado no crear aulas de más de 15 ó 20 alumnos, estableciendo grupos de convivencia. La ministra Isabel Celaá ha incentivado, además, las clases presenciales, ya que la crisis del coronavirus ha demostrado que el aprendizaje online “no puede sustituir al presencial”.
Sobre todo, argumentan algunas CCAA, porque los centros no están preparados para ello. Por eso, y hasta septiembre, son muchas las que han iniciado las compras masivas de ordenadores. La Junta de Andalucía, por ejemplo, invertirá 45 millones en comprar portátiles para los colegios. En la Comunidad Valenciana se destinarán hasta 33 millones de euros para digitalizar también los centros escolares. Ya se repartieron 14.000 portátiles durante el confinamiento y se comprarán otros 15.000 para que el alumnado esté en igualdad de condiciones. En total, se calcula que Gobierno y CCAA comprarán medio millón de ordenadores y tablets para los colegios durante los primeros meses de curso. Y realizarán una inversión de 260 millones para digitalizar la educación.
Las CCAA y el Gobierno destinarán 260 millones de euros para digitalizar la educación.
Pese a la gran demanda, España no fabrica ninguno de los ordenadores que se comprarán. La industria china y estadounidense domina el mercado sin ninguna duda. Sí se podrán crear puestos de trabajo en el mantenimiento de todo ese material tecnológico que se compre. Pero poco más. Los sindicatos han pedido además más recursos para los profesores, pero de momento no parece que haya iniciativas para formación o cursos complementarios.
La inversión en tecnología, de momento, se destina únicamente a digitalizar las empresas, por lo que se está perdiendo una oportunidad de oro para impulsar a la industria tecnológica española. Parece que ni el Gobierno ni las propias compañías aprovecharán la demanda escolar para impulsar un sector al que le queda mucho todavía para competir mundialmente.