El cáncer de mama es tan antiguo como la Humanidad. En papiros del Antiguo Egipto de 1.600 a. C. ya se describía la enfermedad. Sin embargo, hubo que esperar hasta el final del siglo XIX para disponer del primer tratamiento basado en el conocimiento científico. En aquella época se pensaba que la única posibilidad de curar un cáncer era terminar hasta con su última célula, por ese motivo se realizaban cirugías extensas y mutilantes.
El cirujano estadounidense William Halsted en consonancia con esta línea de pensamiento, describe en 1892 la mastectomía radical para el tratamiento del cáncer de mama. Se extirpaban grandes bloques de tejido, que incluían la mama, los músculos pectorales, ganglios axilares e incluso ganglios torácicos. Esta forma de tratamiento se mantuvo casi invariable hasta la década de los años 70 en la que ensayos clínicos ingleses y americanos, permitieron establecer un nuevo concepto del cáncer de mama como una realidad biológica con repercusión en todo el organismo del paciente desde etapas iniciales. Así se demostró que cirugías menos agresivas tanto en la mama como en la axila, tenían el mismo resultado y que el concurso de procedimientos complementarios como la radioterapia, la quimioterapia unidos a la detección precoz y la educación sanitaria, eran necesarias para reducir la mortalidad de esta enfermedad.
Al inicio del siglo XXI, la secuenciación del genoma humano permitió conocer el mecanismo intrínseco de la génesis del cáncer
Por este motivo y a iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este lunes 19 de octubre se celebra el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de Mama con el objetivo de sensibilizar y concienciar a las personas de todo el mundo, sobre la importancia de realizarse un examen de mamas regularmente, con la finalidad de detectar cualquier signo o anomalía.
Al inicio del siglo XXI, la secuenciación del genoma humano permitió conocer el mecanismo intrínseco de la génesis del cáncer y el desarrollo de nuevos fármacos con mecanismos de acción molecular enormemente eficaces. Así actualmente se disponen de fármacos más específicos a la vez que más activos y con menos efectos secundarios.
Es interesante comprender lo que se ha llamado la Historia Natural del Cáncer de Mama, la evolución de una o unas células de la mama, desde la normalidad hasta el desarrollo del cáncer. “Los estudios de esta historia parten de la Unidad Ductolobular (unidad funcional de la mama), formada por células epiteliales mamarias (sobre las que asientan la mayoría de los cánceres de la mama) y tejido que las rodea, con la membrana basal, el tejido conectivo y el componente linfo-vascular. En la mama normal, esta unidad funcional va evolucionando en armonía a lo largo de la vida de la mujer dentro de un complejo sistema de regulación que abarca desde el desarrollo en la pubertad y con la lactancia, hasta la involución con la menopausia. Pues bien, en un momento dado esta armonía se puede romper, por uno o por múltiples factores aún no bien conocidos y alterar este complejo proceso regulador de la unidad ductolobular que como consecuencia modificará su desarrollo hacia aquellas alteraciones y anomalías celulares que conocemos como cáncer”, explica el doctor Manuel Albi, jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia y de La Unidad de la Mujer del Hospital La Luz de Madrid.
Según este experto, existe un hecho significativo en la evolución de la enfermedad, la rotura de la membrana basal por parte de las células anormales, ese momento marca el inicio de la invasión tumoral de la mama (invasión local), la afectación de los ganglios axilares o mamarios (invasión regional) y la aparición de metástasis (invasión a distancia). “La rotura de la membrana basal marca el inicio del cáncer”, afirma el doctor Albi.
“Conocer esta historia natural del cáncer nos permite comprender los diversos escenarios de actuación médica, desde la prevención basada en el diagnóstico precoz, incluso idealmente antes de la rotura de la membrana basal, hasta la predicción y el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas. La gran mayoría de los cánceres de mama se van a curar de forma definitiva cuanto más precoz sea el diagnóstico”, asevera Manuel Albi.
En la Unidad de La Mujer del Hospital La Luz el tratamiento de la mujer con cáncer es un trabajo multidisciplinar formado por ginecólogos, oncólogos, radioterapeutas, patólogos, radiólogos y cirujanos plásticos, todos ellos centrados en la paciente, “con el objetivo de obtener un diagnóstico preciso, que permita un tratamiento individualizado, orientado al control de la enfermedad y a su completa rehabilitación y que la mujer participe de forma activa en todas las decisiones”, subraya el doctor Manuel Albi.