Mañana viernes se celebra el Día Mundial del Sueño, promovido por la Asociación Mundial de la Medicina del Sueño, para concienciar a la sociedad sobre sus trastornos y las consecuencias para la salud física y mental de los problemas que puede originar. El sueño es una necesidad fisiológica básica, y cumple numerosas funciones, ya que está implicado en procesos de recuperación homeostática, termorregulación, reparación de tejidos, control inmune, endocrinológico y consolidación de la memoria.
Según explica la responsable de la Consulta de Patología del Sueño del Servicio de Neurología del Hospital La Luz, doctora Laura Lillo, el sueño lento profundo parece tener una función neuroprotectora, ya que favorece la eliminación de sustancias de desecho y desgaste celular, como el péptido Beta-amiloide y la proteína tau, ambas implicadas en la enfermedad de Alzheimer. “Así, la evidencia científica sugiere que las patologías del sueño, que reducen su duración y calidad, como el insomnio y el Síndrome de Apnea/Hipopnea del sueño, aumentan el riesgo de presentar demencia, y aceleran el curso de la misma”, afirma la dotora Lillo.
Por eso, siempre que uno presente dificultad para dormir, de cualquier origen, es fundamental buscar la ayuda de un especialista en Medicina del Sueño. “El adecuado diagnóstico y tratamiento de las patologías del sueño, es la mejor manera de proteger nuestro cerebro frente al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas”, asevera esta especialista.
El incremento de la esperanza de vida lleva asociado una mayor prevalencia de patologías entre las que destacan las enfermedades neurodegenerativas. “No podemos ignorar los trastornos de sueño que se asocian a estas patologías. Con frecuencia debido a la propia neurodegeneración de los centros y vías reguladores del sueño”, subraya la doctora Anabel Puente, jefe Asociado de servicio de Neurofisiología del Hospital La Luz.
Estudios polisomnográficos (estudios que registran las ondas cerebrales, niveles de oxígeno en la sangre, frecuencia cardiaca y respiratoria, así como los movimientos de los ojos y las piernas durante el sueño), realizados en pacientes con enfermedad de Alzheimer muestran alteraciones en el sueño REM (ciclo de sueño que ocurre entre los 70 y 90 minutos después de dormirse). “Tardan más en entrar en sueño REM y se encuentran durante menos tiempo en esta fase. Estos hallazgos parecen relacionados con una alteración de las vías colinérgicas responsables también de las alteraciones en la memoria”, indica la doctora Puente.
Ambas expertas del Hospital La Luz coinciden en afirmar que en el caso de los enfermos de Parkinson se ha identificado que entre un 60 y 90% sufren alteraciones de sueño como síndrome de piernas inquietas, insomnio, hipersomnia o incluso alteraciones que pueden preceder varios años a la propia enfermedad como los trastornos de conducta asociados al sueño REM. “Incluso patologías de gran prevalencia en la población general se pueden encontrar con gran frecuencia, como el síndrome de apnea del sueño hasta en un 60 % de los pacientes”, matiza Anabel Puente.
Por tanto – como describe la jefe de servicio de Neurofisiología -, valorar el sueño en los pacientes con enfermedades neurodegenerativas, mediante una adecuada historia de sueño y la realización de estudios polisomnográficos si es preciso, puede ser fundamental en el manejo de muchos de los síntomas que presentan a lo largo del día.