El deporte tiene estas cosas y por mucho que duelan, también hay contarlas. Recapitulemos, semifinales de ‘Grand Slam’ en tierra batida; el tenista alemán Alexander Zverev estaba plantando cara al Rey de Roland Garros, Rafa Nadal, en un partido duro que apuntaba a la épica. Tres horas y siete minutos de partido que han terminado con una torcedura fatal de tobillo del alemán que congelaron a la pista central de Philippe-Chatrier. Los gritos de dolor del germano van a ser recordados por muchos de los presentes durante un tiempo.
Se acababan de superar las tres horas de partido y el segundo set todavía no había terminado. Faltaba otro ‘tie break’ por jugar antes de que Zverev tuviese que ser trasladado en silla de ruedas por el dramático desenlace de su tobillo. Un segundo set irregular con muchos ‘breaks’ que igualaron la contienda entre los dos tenistas. Un segundo set que iba a terminar con muerte súbita y que apuntaba maneras
No obstante, el tenis, las estadísticas y las sensaciones para analizar hoy pasan a un segundo plano. Nadal se mete en su 30ª final de Grand Slam y acaricia su Decimocuarto Roland Garros. El español ha asegurado sentirse «muy triste» por el desenlace del partido y ha augurado un futuro prometedor al alemán. «Estoy seguro de que va a ganar más de un ‘Grand Slam'», aseguró el mallorquín en la entrevista post-partido.