El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha defendido este miércoles que, pese a la crítica unánime de los grupos parlamentarios en el Congreso, la postura de España sobre el Sáhara no supone «un giro ni un volantazo» sino tan solo «un paso más» en una postura que ya mantenía España y que ha permitido reiniciar las relaciones con Marruecos.
En un debate de más de ocho horas de duración sobre el Consejo Europeo, la crisis económica y el Sáhara, Sánchez ha argumentado que su apoyo a la propuesta de autodeterminación para el Sáhara presentada por Marruecos en 2007 ya fue saludada por los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, se adapta a la legalidad internacional y servirá para resolver un conflicto de casi 50 años de manera «mutuamente aceptable» para las partes.
Según el presidente, el apoyo a la propuesta de autonomía para el Sáhara está dentro del marco de la ONU y de las resoluciones del Consejo de Seguridad, sitúa a España en la misma posición que Francia, Alemania y Estados Unidos, y deberá ser adoptada de mutuo acuerdo por las partes.
Ante el delegado del Frente Polisario en España, Abdula Arabi, y la delegada de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis y Delegada del Frente Polisario en la Comunidad de Madrid, Jadiyetu el Mokhtar, quienes seguían el debate desde la tribuna de invitados, Sánchez ha subrayado que, en la posición española «no hay desinterés, ni desatención al pueblo saharaui; lo que hay es determinación para resolver un problema enquistado sin perspectiva de solución».
Tras las explicaciones de Sánchez, uno tras otro, los portavoces parlamentarios de la gran mayoría de grupos han criticado la nueva posición española y la defensa que de ella ha hecho el presidente. Así, le han reprochado que tomara la decisión de cambiar una postura «de Estado» sin consultar al Gobierno ni al Parlamento y sin advertir a Argelia, y le han criticado haber «cedido al chantaje de Marruecos sin que se conozca qué beneficios obtiene España a cambio».