El político portugués António Costa, renombrado primer ministro y figura prominente del socialismo europeo, anunció su dimisión el martes después de que la Procuradoría General de la República de Portugal revelara una investigación en su contra por presunta corrupción. La pesquisa se centra en presuntos delitos de prevaricación, corrupción activa y pasiva, así como tráfico de influencias en la adjudicación de contratos relacionados con proyectos de litio e hidrógeno verde.
La agitación política se desencadenó en la mañana del martes con la detención de dos figuras cercanas a Costa, su jefe de Gabinete, Vítor Escária, y el empresario y amigo Diogo Marceda. La operación policial, que incluyó 42 registros en distintos domicilios, instituciones y empresas, también llevó al arresto del alcalde socialista Nuno Mascarenhas y dos empresarios más. Entre las investigaciones se incluyen las concesiones de explotaciones de litio en las minas de Romano y Barroso, y proyectos relacionados con la transición energética en el municipio de Sines.
Sustituto o nuevas elecciones
Tras reunirse con el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, Costa presentó su dimisión al Tribunal Supremo, destacando que su continuación en el cargo no sería compatible con la sospecha de actividad delictiva. Aunque negó estar al tanto de las acciones investigadas, consideró que su deber es respetar el proceso judicial en curso.
El Presidente de la República ha convocado a los partidos políticos con representación en la Asamblea, así como al Consejo de Estado, antes de dirigirse a la nación. La expectativa en el país es que Rebelo de Sousa disuelva el Parlamento y llame a nuevas elecciones. Mientras tanto, Costa confirmó que no se presentará como candidato en caso de celebrarse nuevos comicios. Otra posibilidad sería la designación de otro miembro del Partido Socialista para asumir el cargo de primer ministro.
Efecto geopolítico de la dimisión
La dimisión de Costa ha causado un impacto no solo en Portugal, sino también en el panorama político europeo, en particular en el seno del Partido Socialista Europeo, donde se le consideraba una figura prominente junto a otros líderes como el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente español Pedro Sánchez.
La crisis política provocada por la investigación por corrupción de António Costa también ha generado incertidumbre en cuanto a la fortaleza del socialismo en Europa, que ha enfrentado desafíos debido al avance del centroderecha y la extrema derecha en diversos países.
Costa, que anteriormente había sido alcalde de Lisboa, llegó al poder en 2015 mediante una alianza con el Bloque de Izquierdas y los comunistas, y posteriormente logró gobernar en solitario en 2019. Sin embargo, la caída de su popularidad en el último año, a raíz de diversos escándalos que afectaron a su gabinete, así como tensiones con el presidente de Portugal, ha marcado el fin de su mandato. Su dimisión ha generado una amplia repercusión en el ámbito político y social de Portugal y más allá de sus fronteras.