Italia ha vivido un año de transformación bajo el liderazgo de Giorgia Meloni. El Gobierno de coalición de Fratelli, Lega y Forza Italia ha ganado impulso, y la sombra de la derecha radical se ha vuelto más común en la política italiana. El camino de Meloni hacia el poder ha estado marcado por dos facetas: la determinación de cumplir su programa interno y un pragmatismo en busca de aliados en el contexto de la Unión Europea y la situación en Ucrania, donde la invasión rusa ha sido un tema crucial.
Migración en el centro de la agenda Desde antes de convertirse en primera ministra, Giorgia Meloni ha sido conocida por su postura antiinmigración, y esta perspectiva no ha cambiado ahora que ocupa el cargo. La situación en Lampedusa se ha vuelto especialmente delicada en un verano con un aumento significativo de llegadas de migrantes, y el Gobierno italiano ha enfocado sus esfuerzos en combatir el tráfico de personas y abogar por un enfoque más selectivo en la concesión de asilo. Este mensaje ha sido elevado ante la Unión Europea, y Bruselas parece estar dispuesta a considerar sus propuestas, como se evidenció durante la visita de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a la isla.
Cuestión migratoria italiana
Durante esta visita, Von der Leyen expresó su apoyo a Meloni y aseguró que «puede contar con la Unión» para abordar la cuestión migratoria. Las cifras son elocuentes: hasta junio de este año, Italia ha registrado 17.054 llegadas por la ruta oriental (Grecia, Chipre y Bulgaria), 89.047 por la ruta central (Italia) y 16,074 por la vía occidental (España). Canarias, por su parte, ha recibido más de 14.000 llegadas en lo que va de 2023. Los migrantes que llegan por la ruta central provienen principalmente de Guinea, Costa de Marfil y Túnez, mientras que por la ruta occidental, los países de origen principales son Marruecos, Argelia y, en menor medida, Siria. La ruta oriental está dominada en su mayoría por sirios, palestinos y somalíes.
Meloni ha dejado a Matteo Salvini, quien ocupa un segundo escalón en el Gobierno, a cargo del control de los puertos y parte de la gestión migratoria, y ha mantenido una postura crítica hacia las ONG que participan en el rescate de migrantes en el Mediterráneo.
Asuntos nacionales
Mano dura en asuntos nacionales a nivel nacional, la imagen de Meloni no parece haberse visto demasiado afectada por sus medidas sociales, aunque estas han generado controversia en Italia. En agosto, se produjeron manifestaciones en respuesta a la decisión del Gobierno de recortar al máximo la «renta de ciudadanía», un programa de ingreso mínimo vital, y de notificar a los afectados a través de mensajes de texto. Meloni afirmó que su objetivo era «transformar la asistencia social en trabajo» y reemplazó la medida por una más restrictiva.
Giorgia Meloni argumentó que las políticas implementadas por su predecesor, Giuseppe Conte, para combatir la pobreza eran ineficaces, ya que no abordaban los problemas subyacentes. Esto generó críticas, con algunos acusándola de ser una «Robin Hood al revés» por quitarles a los más necesitados para favorecer a los más ricos.
A pesar de un inicio económico sólido al comienzo de su mandato, la economía italiana ha perdido impulso. Sin embargo, la popularidad de Meloni se ha mantenido alta, con un índice de aprobación cercano al 50% en julio, un logro significativo dada la histórica inestabilidad política en Italia.
En cuanto a sus primeros presupuestos, Meloni ha centrado sus esfuerzos en apoyar a las familias y las empresas. Se destinaron 35.000 millones de euros para reducir impuestos, aumentar las pensiones y brindar ayuda debido al alto precio de la energía. La mayor parte de estos fondos, alrededor de 21.000 millones de euros, se destinaron a familias y empresas. La reducción de la cuña fiscal, que beneficia a los trabajadores, fue una de las medidas destacadas, con un recorte del 2% en rentas de hasta 35.000 euros y del 3% en rentas de hasta 20.000 euros.
Desafíos futuros
Desafíos futuros y búsqueda de un cambio en Bruselas Giorgia Meloni enfrenta varios desafíos importantes en su segundo año de gobierno, incluyendo una reforma laboral exigida por la Unión Europea, la reforma de la administración, y la creación de una nueva estructura judicial. Además, ha buscado distanciar a Italia de Rusia en materia energética mediante un acercamiento estratégico con Argelia, lo que ha afectado las relaciones con España.
Si bien Meloni ha logrado calmar algunas preocupaciones en Bruselas, su partido, Fratelli, sigue siendo euroescéptico y busca reemplazar la Unión Europea actual con una «alianza de naciones» con más poder para los Estados miembros. Aunque Meloni no ha resultado particularmente vehemente en su discurso contra la Unión hasta el momento, ha habido ciertas tensiones, especialmente con el presidente francés, Emmanuel Macron, en temas migratorios, y un alejamiento del eje franco-alemán.
El objetivo de Meloni es forjar una alianza atlantista y euroescéptica con Polonia, basada en su apoyo a Ucrania. A pesar de algunas tensiones, ha logrado mantener la comunicación con Bruselas y buscar soluciones a los desafíos que enfrenta Italia. Giorgia Meloni ha completado su primer año en el poder de Italia con múltiples frentes abiertos, pero hasta ahora ha demostrado habilidad para gestionarlos.