Sin sus socios, el primer ministro belga, Charles Michel, sólo ha resistido diez días al frente del Gobierno. La salida del Ejecutivo del partido nacionalista flamenco le ha llevado a presentar una dimisión que hacía efectiva este pasado martes.
La firma del Pacto Migratorio de la ONU ha sido la razón principal de su marcha. Y es que ese acuerdo sobre migración desintegraba la coalición de Gobierno. Aunque ha intentado resistir en minoría hasta las próximas elecciones, previstas para el 26 de mayo, Michel terminaba presentando su renuncia.
Los que han sido sus socios durante cuatro años le plantearon un ultimátum, que Michel no aceptó. Lo que precipitó su marcha y hace planear unas elecciones en Bélgica.
Este pasado domingo, más de 5.000 personas se manifestaban en el barrio europeo de Bruselas contra el Pacto Migratorio. Un acuerdo firmado por el Gobierno belga pese a su división. Y es que la ultraderecha flamenca se negaba en rotundo a ello. Un posicionamiento que terminaba con la dimisión del primer ministro.
“Mi petición no ha convencido ni ha sido entendida. He tomado la decisión de presentar mi dimisión y acudiré a ver al rey inmediatamente”, decía Charles Michel al Parlamento. Su objetivo era resistir junto a los liberales y los democristianos flamencos, con quienes lleva en coalición desde 2014.
Sin embargo, ecologistas y socialistas francófonos no estaban convencidos de sus planes y habían planteado una moción de confianza. Sin apoyos ninguno, decidía dar un paso al lado y dejar su cargo.
Tres escenarios diferentes
La dimisión de Michel deja tres escenarios posibles ahora en Bélgica. El primero de ellos, y el que parece más claro, es el de las elecciones generales. Se celebrarían en las próximas seis semanas. Supondrían un coste mayor a las previstas para mayo y desacreditarían la imagen del país. Pero parece el escenario más factible.
El segundo de los escenarios es formar una nueva coalición. Aunque no parece fácil. Los nacionalistas flamencos ya se han posicionado a favor de unas elecciones. Las fuerzas de la izquierda francófona quieren por su parte crecer y apartarse de la sombra de Michel.
La tercera vía es la más complicada en términos políticos. Y es la de seguir en minoría. Aunque el primer ministro intentó convencer al Parlamento belga, sus esfuerzos fueron en vano.
Ahora la decisión está en manos del rey Felipe de Bélgica, que se enfrenta a su primera crisis política. De momento, ha dejado la dimisión de Michel en suspenso, mientras abre ronda de consultas.
Si la termina aceptando, el Parlamento tendrá que votar la disolución de la cámara por mayoría. El monarca daría el visto bueno y se convocarían elecciones anticipadas. Si los diputados, el propio rey, se niegan a aceptar la disolución, el Gobierno tendría que mantenerse sin cambios.