Muchos creen que en WhatsApp todo vale. No hay autocensura alguna y nos sentimos protegidos por tratarse de una red privada de mensajería. Sin embargo, no es real. La privacidad de las comunicaciones está siendo puesta en cuestión y podría llevarnos al juzgado en algún momento.
Aunque nos lea un público muy reducido, nuestras opiniones pueden ser constitutivas de delito. Sobre todo, en el caso de los delitos de odio. Lanzar determinados mensajes puede tener consecuencias imprevistas. Se pueden vulnerar derechos de intimidad, imagen, honor, secreto de las comunicaciones y protección de datos.
De hecho, ya se han dado casos al respecto. Los insultos a Carmena de un grupo de WhatsApp de agentes de la Policía ya están en los juzgados. Los mismos insultos, sin embargo, en otro chat no tendrían consecuencias penales. Y es que en este caso, el grupo contaba con 200 agentes, algunos de los cuales no se conocían entre sí.
Algunos abogados aseguran que todo dependerá del número de personas que lean el mensaje en sí. Otros que habrá que ir caso por caso. Hay expertos que entienden que la privacidad atiende a lo que puede denominarse como círculo íntimo, de amigos y familiares. Por el contrario, los ‘desprivatizados’ serían los creados por administraciones públicas, empresas y aquellos que cuentan con profesionales de un perfil similar.
También hay otros aspectos que pueden influir en la vía legal. La popularidad o la expansión del mensaje que se denuncia pueden ser determinantes.
Con todo ello, parece importante tener en cuenta a quién se envían determinados mensajes. También si nos va a poder leer mucha gente o si esos destinatarios podrían denunciarnos. Y es que pese a que nuestra opinión puede constituir un delito, éste no podrá llegar al juzgado si no hay nadie que lo denuncie previamente, ya sea de manera pública o ante la Policía.