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Illa gana, pero el cóctel de independentistas deja en el aire que pueda gobernar

El Parlament de Cataluña se atomiza en los comicios con menos participación de la historia

El candidato del PSC a las elecciones catalanas, Salvador Illa, en un mitin telemático durante la campaña electoral del 14F

Las elecciones catalanas han pintando un nuevo Parlament, en el que el PSC y ERC ocuparán los mismos asientos –33– aunque los socialistas han ganado a los republicanos en votos, pero el independentismo ha reforzado su mayoría en el Parlament.

La candidato socialista, Salvador Illa, ha cosechado 651.027 votos –el 23,02% de los apoyos– con el 99,79% del voto escrutado lo que supone un aumento de 16 escaños y casi 10 puntos más de apoyo, aunque se antoja difícil que pueda gobernar.

Los socialistas vuelven a recuperar el cinturón metropolítano –que históricamente se conocía como el cinturón rojo– y se ha impuesto en la circunscripción de Barcelona.

En segundo lugar, los republicanos han obtenido 602.658 de los votos (el 21,31%), ganando un escaño pero perdiendo un 0,07%; mientras que su socio de gobierno Junts ha conseguido 32 diputados, 567.421 votos (un 20,06%): pierde dos diputados, 1,6% y el liderazgo del independentismo en favor de ERC.

ERC se ha impuesto en la circunscripción de Tarragona, Junts lo ha hecho en Lleida, y las dos formaciones independentistas han empatado en Girona, aunque en votos ha ganado la formación de Puigdemont.

El ascenso de la CUP en el Parlament que ha alcanzado los 9 diputados con 188.830 de los votos (6,68%), mejorando en cuatro escaños sus resultados de 2017, han ampliado el respaldo del independentismo que se sitúa en 74 asientos y supera por primera vez el 50% de los votos, sumando a las fuerzas que no han conseguido representación.

Así, si se incluye al PDeCAT y a Primàries, el independentismo alcanza los 50,98% de los votos, aunque si se hace el cómputo contando solo aquellas que han entrado en la Cámara, el resultado es de 48,05%.

Con todo, la CUP que mantiene la llave de la mayoría independentista, e incluso, la candidata Dolors Sabater, ha incluido a los comuns en su ronda de contactos para “estudiar una fórmula de gobierno”, aunque durante la campaña han advertido de que no pondrá barato su apoyo.

Esta fórmula es, precísamente la que propone el candidato de ERC, Pere Aragonès, aunque los comuns lo rechazan y la candidata de Junts, Laura Borràs, ha excluido a la formación de Jéssica Albiach de un posible acuerdo.

Por su parte, los comuns, que han mantenido su escaños 8 con 194.111 votos (6,86%), apuesta por un gobierno de izquierdas y ha pedido a republicanos y socialistas que se avengan a pactar un ejecutivo progresista.

De hecho, esta es la otra mayoría alternativa en el hemiciclo, ya que los escaños de estas tres fuerzas suman los mismo que la mayoría independentista: 74 –esta fórmula ha subido 17 escaños en comparación con los resultados de 2017–.

De hecho, Illa ha adelantado que, como ganador de las elecciones, se someterá a un pleno de investidura, pero se antoja difícil que logre su objetivo porque los republicanos firmaron un acuerdo por el que se comprometían a no llegar a un pacto con los socialistas.

LA DERECHA CONSTITUCIONALISTA BAJA

Otro de los efectos de estas elecciones es el descenso del bloque formado por los partidos de derechas contrarios a la independencia que pasan de 40 a 20 escaños.

Destaca en primer lugar el descenso de Cs que pierde hasta 30 escaños pasando de ganar las elecciones con 36 escaños a tener 6 asientos, y perder 952.203 votos, que el resto de fuerzas de este espacios no logran capitalizar.

Al frente de este bloque se sitúa Vox que irrumpe en el Parlament con 11 diputados, 217.371 votos (7,69%) y se convierten en el referente del espacio.

Por último, el PP obtiene los peores resultados de su historia quedando de nuevo sin grupo propio en la Cámara, con tres diputados, uno menos que en los últimos comicios.

BAJA PARTICIPACIÓN

Estas elecciones han arrojado también la participación más baja de la historia, solo han acudido el 53,55% de votantes, por debajo de la cifra de 1992 cuando participaron un 54,87%.

Esta caída de 25 puntos con respecto a las de 2017 –cuando se logró el máximo histórico– tiene varias causas: la crisis sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus, el hartazgo ciudadano tras una década de bloqueo político y una jornada de lluvia aunque es imposible saber cuál de ellas ha tenido más impacto en la cifra.

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