Nada más llegar la medianoche a Washington, el Gobierno de EEUU reimponía todas las sanciones contra Irán que tenía previstas. Medidas que se levantaron en 2015, tras el acuerdo nuclear, y que Trump decidió rescatar en mayo. Todo ello con el objetivo de asfixiar la economía iraní. Para ello no han dudado en forzar a compañías extranjeras a cerrar a sus negocios en el país.
La lista de sanciones de EEUU contra Irán es larga. A partir de ahora, queda prohibido el comercio de oro, metales preciosos y materiales como aluminio o acero. También la venta de vehículos fabricados en el país iraní. Tampoco podrá haber transacciones financieras relacionadas con el sistema de ferrocarriles.
Entre las medidas también las que contemplan castigos. Así, se sancionará a quienes compren o faciliten la emisión de deuda soberana de Irán. Y se prohíbe al país a usar dólares.
EEUU también ha revertido los permisos que permitían la exportación de alfombras y alimentos iraníes. Una asfixia económica que el país tendrá difícil superar. Aunque no imposible, ya que la UE ya se ha mostrado totalmente en contra de la aplicación de estas medidas sancionadoras.
Petróleo
A todo ello hay que sumar un segundo paquete de sanciones, que entrarán en vigor en noviembre. Esta segunda tanda incluye prohibiciones como la de transacciones financieras con el Banco Centro de Irán y la compra de petróleo. Un ataque directo a una de las fuentes principales de ingresos del país.
Con las sanciones, EEUU pretende forzar a Irán a negociar un nuevo acuerdo nuclear. Pacto que sea más extenso y profundo que el firmado en 2015. Trump retiró en mayo a EEUU del acuerdo que Irán firmó con Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania, además de con el propio país americano. Algo que en su momento supuso uno de los grandes hitos de la política exterior de Obama.