Igor Mansurov contempla con desolación las ruinas en las que se ha convertido la fábrica de cable óptico en la que trabajaba, la más boyante de la provincia de Chernigov, pero hoy reducida a escombros después de que las tropas rusas la ocuparan y la usaran como base para lanzar ataques con misiles.
«Mira, estas bobinas de cable estaban listas para exportar a Polonia», cuenta este ingeniero técnico de Utex al mostrar kilómetros de fibra echados a perder y toda la maquinaria destrozada, entre escombros, restos de munición rusa y decenas de fundas de misiles que desde ahí lanzaron hacia la ciudad de Chernigov.
Son misiles de ocho centímetros de diámetro y dos metros de largo, capaces de recorrer hasta 40 kilómetros, cuando la ciudad solo está a diez. Aunque ha acaparado menos portadas que Bucha o Irpin, en la región de Kiev, Chernigov está aquejada de heridas de guerra igual de lacerantes.
Entrada y salida de los rusos
La provincia, la más septentrional de Ucrania y una de las más pobres, fue la puerta de entrada del Ejército ruso para invadir el centro del país y llegar a Kiev, la codiciada capital que aspiraban a conquistar. Y también ahí dieron sus últimos coletazos al completar la retirada al norte, hace una semana.
Fronteriza con Bielorrusia y Rusia, esta región de menos de un millón de habitantes ha sido duramente castigada por la guerra, con su modesto tejido industrial hecho trizas, la electricidad y las comunicaciones aún sin restablecer y las carreteras de acceso sin limpiar. Además la ayuda humanitaria allí llega con cuentagotas.
«No podemos relajarnos porque los rusos pueden volver. Se han reagrupado para ir al este, pero nunca se sabe», lamenta Igor, que solo piensa reconstruir lo antes posible la planta de Utex, que empleaba a más de un centenar de personas, mientras mira con desprecio los objetos que dejaron los rusos en el que fue su lugar de trabajo.
Además de los restos de munición y tanques destrozados, hay dos cazuelas sucias, botes de encurtidos rusos, una chaqueta militar o un par de zapatos, pertenecientes a soldados rusos que se establecieron allí durante más de un mes de ocupación, en la que además de atacar distintos municipios de la provincia, se dedicaron a «saquear y extorsionar» la aldea cercana de Shestovitsa, donde viven muchos trabajadores de Utex.