El presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, ya advirtió hace unos días de que las topas rusas están ahora más activas en el Donbás, en el este de Ucrania y fronterizo con Rusia, y que estaban reforzándose para una ofensiva. De hecho, el pasado domingo 10 de abril funcionarios ucranianos citados por la CNN observaron un convoy ruso de 12 km desplazándose al este de Ucrania. La esperada gran ofensiva de Vladimir Putin parece estar más cerca que nunca.
Durante las últimas 24 horas, los defensores ucranianos han repelido cuatro ataques enemigos en las regiones de Donetsk y Lugansk, destruido cinco tanques, ocho unidades blindadas, seis vehículos y ocho sistemas de artillería enemigos, según el parte del Ejército ucraniano.
El Alto Mando ucraniano denuncia además que «es posible que las fuerzas armadas de la Federación Rusa lleven a cabo acciones de provocación en la región de Transnistria de la República de Moldavia para acusar a Ucrania de agresión contra un Estado vecino».
Según el último informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (EEUU), las fuerzas rusas han ganado terreno en la ciudad de Mariúpol en las últimas 24 horas y han reforzado las operaciones a lo largo del eje Izyum-Slovyansk, clave en la futura ofensiva del Donbás, «pero no lograron otras ganancias territoriales».
Mariúpol está dividido en dos, según este instituto; el centro de la ciudad, en manos rusas, y el puerto principal de Mariupol, en el suroeste, y la planta siderúrgica de Azovstal, en el este, que permanecen en manos ucranianas.