Miles de venezolanos llevan semanas huyendo del país. Se alejan de las necesidades y la hambruna e intentan encontrar un sitio mejor donde vivir. Un éxodo casi masivo que empieza a tener sus consecuencias en países cercanos como Brasil, Ecuador y Perú.
Hasta ahora, los venezolanos encontraban asilo sin problema. Sin embargo, el éxodo masivo está haciendo que países como Ecuador restrinjan ya la entrada de muchos de ellos. Las autoridades ecuatorianas ya exigen que presenten el pasaporte, lo que condenará a miles de ellos, que ingresan por carretera desde Colombia, a buscar alternativas.
Se espera que cientos de familias enteras y grupos de amigos queden bloqueados en el puente de Rumichaca, en una localidad diminuta de Colombia por la que llegan a pasar hasta 3.000 migrantes al día.
Hasta ahora, Ecuador aceptaba el documento de identidad, otorgando una carta con la que podían circular por el país y seguir hacia el sur. El destino, en general, Perú y Chile. Según la ONU, este año han pasado así unos 550.000 venezolanos, de los cuáles solo el 20% se queda en el país.
La resolución de Ecuador deja a Colombia totalmente desbordada. El país acoge a más de un millón de venezolanos. Muchos de ellos, no obstante, legales (se calcula que unos 820.000).
Ataques xenófobos
A partir del 25 de agosto, Perú exigirá también el pasaporte. La presión popular, que se ha mostrado contraria a seguir admitiendo en su suelo a cientos de miles de migrantes, ha hecho que el país tome medidas. Y es que los peruanos no dudan en quejarse del uso que los venezolanos hacen de los servicios públicos que, denuncian, escasean para los propios del país.
Este tipo de actitudes xenófobas comienzan a repetirse en el sur de Latinoamérica. Los venezolanos son señalados diariamente como autores de robos y atracos, aunque no lo sean.
En Brasil, los incidentes se han repetido ya en varias ocasiones. El escenario de una de las últimas ha sido la ciudad brasileña de Pacaraima, que linda con Venezuela. El sábado pasado, un grupo de habitantes quemó y destruyó los campamentos que se habían montado para los venezolanos. Algo que obligó a más 1.200 de ellos a abandonar Brasil.
La multitud los atacó después de que un comerciante local resultara herido. Sus familiares no dudaron en acusar a los venezolanos.