Cada segundo lunes del mes de febrero se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, cuyo fin es educar a las personas de todo el mundo sobre esta patología neuronal que sufren aproximadamente 65 millones de personas, de las cuales 6 millones en Europa y algo más de 400.000 personas en España.
Una iniciativa de la Oficina Internacional para la Epilepsia (IBE, International Bureau for Epilepsy) y la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), que intentan propiciar una mejor calidad de vida a las personas que la padecen.
La epilepsia es una enfermedad del sistema nervioso central, en la que la actividad eléctrica de las neuronas cerebral se altera, y causa predisposición a presentar crisis repetidas. Puede afectar a cualquier persona, y a cualquier edad, pero es más frecuente que aparezca en la infancia y en la senectud, existiendo diferentes tipos de crisis epilépticas que pueden manifestarse de distintas formas.
El Hospital Universitario La Luz de Madrid dispone de un programa asistencial específico en esta patología. Según la responsable de la consulta de Epilepsia y jefa Asociada de Neurología del centro hospitalario, doctora Asunción de la Morena, algunas crisis como las convulsiones, son claramente observables y generalmente llevan a las personas a la a recibir atención médica con rapidez. Sin embargo, en otro tipo de crisis las manifestaciones clínicas son menos notorias, y diferentes estudios han demostrado un retraso en el diagnóstico de algunos tipos de crisis epilépticas. “En torno al 70% de los pacientes estarán controlados con medicación si se realiza un adecuado diagnóstico y tratamiento”, asegura la doctora.
Variabilidad clínica de la epilepsia
Tal y como explica la Doctora Anabel Puente, jefa Asociada de Neurofisiología del mismo centro, la gran variabilidad clínica que presenta la epilepsia hace imprescindible realizar un correcto diagnóstico que permita ofrecer al paciente el mejor de los tratamientos. “El electroencefalograma (EEG) es la prueba diagnóstica que ha demostrado mayor utilidad en la categorización de las crisis. Para aumentar la rentabilidad diagnóstica se realizan estudios de mayor duración llamados video-polisomnografías. Esta prueba permite valorar la actividad cerebral del paciente tanto durante la vigilia como durante el sueño, incrementando así, las posibilidades de encontrar cualquier alteración señala la neurofisióloga.
Su realización permite conocer como es la actividad cerebral del paciente tanto durante la vigilia como durante el sueño, incrementando así, las posibilidades de encontrar cualquier alteración. “Durante estos estudios, los pacientes duermen en un ambiente controlado y se les colocan electrodos y sensores para registrar su actividad cerebral, pero los registros también estudian patrones de sueño, movimientos musculares, frecuencia cardíaca y respiración”, indica la Doctora de la Morena.
Conocer el patrón de las crisis
Como describen las neurólogas del Hospital Universitario La Luz, mediante la realización de una video-polisomnografía, será posible distinguir si la crisis sufrida por el paciente es de tipo epiléptico o no, así como diagnosticar el tipo de epilepsia que presenta el paciente, su gravedad y respuesta al tratamiento. Además, permitirá conocer el patrón de las crisis, es decir, si suceden mientras el paciente está despierto o durante el sueño y con qué frecuencia se producen. “Es un estudio fundamental en caso de que sea necesario un tratamiento quirúrgico”, subraya Anabel Puente.
“Además de ayudar en el diagnóstico de la epilepsia, la video-polisomnografía también puede ser útil para evaluar otras afecciones médicas que puedan afectar el sueño, como el síndrome de apnea del sueño o la narcolepsia entre otros. Esto es importante porque cualquiera de estas afecciones puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de una persona y en el caso de la epilepsia, puede complicar el tratamiento”, concluye la doctora Asunción de la Morena.