La Iglesia ha despedido al papa emérito, Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre de 2022, en un histórico funeral al que han asistido más de 50.000 personas. La despedida al cuerpo de Joseph Aloisius Ratzinger, nombre secular del 265º papa de la Iglesia católica, la presidió el papa reinante, el papa Francisco, acompañado de cardenales y religiosos de todo el mundo. Además, la ceremonia contó con la presencia de varios jefes de Estado y de Gobierno, como la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el canciller de Alemania, de donde era originario el difunto pontífice.
La ceremonia religiosa ha durado dos horas y se ha leído en varios idiomas. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», ha arrancado Francisco su homilía, con las últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz, según el Evangelio. El papa argentino ha agradecido la «sabiduría, delicadeza y dedicación» que Benedicto XVI «supo esparcir a lo largo de los años».
Funeral de un papa emérito
Tal y como publica Daniel Verdú en El País, la misa solemne, diseñada en las últimas horas por los maestros de ceremonia del Vaticano, apenas guardó diferencias con la de un papa reinante. Solo algunos detalles, como el hecho de que el cuerpo no fuera con el palio al cuello, el ornamento que indica que el pontífice estaba en el puesto en el momento de su muerte, lo distinguen de un funeral y un entierro como el de Juan Pablo II, el último papa que falleció, en abril de 2005, y a cuyo funeral acudieron unas 300.000 personas.
Las únicas delegaciones invitadas oficialmente fueron la de Italia, por la relación que tiene el Vaticano con el país que lo acoge, y Alemania, por ser el país natal de Ratzinger. El resto acudieron a título personal. En los bancos pudo verse al rey de Bélgica, Felipe; al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; el presidente polaco, Andrzej Duda, o el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin.
Cierre de un período histórico
La muerte de Benedicto XVI marca un antes y un después en el seno de la Iglesia Católica. Se pone fin a una época en la que dos papas han convivido tras la renuncia de Ratzinger, la primera de un Pontífice en 600 años, por graves problemas de salud que le impidieron sentirse con fuerzas para seguir al frente de la Iglesia católica. “Padre, en tus manos encomendamos su espíritu”, ha arrancado el Papa Francisco su homilía, con las últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz, según el Evangelio.
El Pontífice se refirió a Ratzinger «como el Maestro que lleva sobre sus hombros el desgaste por su pueblo» para procurar la intercesión «más allá de las incomprensiones que puede acarrear». Según publica El Mundo, el Pontífice se refirió a Ratzinger «como el Maestro que lleva sobre sus hombros el desgaste por su pueblo» para procurar la intercesión «más allá de las incomprensiones que puede acarrear».