Se llamaba Anthonius Agung Guanwan, tenía 22 años y era controlador aéreo. Y a partir de ahora, además, es héroe nacional en Indonesia. El joven no dudó en sacrificar su vida para salvar a todo un avión lleno de pasajeros.
Agung se ha convertido en portada de todos los medios en Indonesia y su historia ya ha traspasado fronteras. Y es que su muerte, que además se produjo por no poder recibir la asistencia necesaria, ayudó a salvar cientos de vidas.
El propio departamento de Tráfico Aéreo de Indonesia distribuyó su foto e historia, a fin de mitigar la tragedia del tsunami y ensalzar su figura como héroe nacional. A sus 22 años, se encontraba en la torre de control del aeropuerto Mutiara de Palu. Un edificio que se desmoronó encima suya.
Minutos antes del terremoto y posterior tsunami, Agung había dado el visto bueno al despegue de un avión. Concretamente, de la compañía Batik Air y cuyo destino era Makassar, al sur de las Islas Célebes.
Nada más autorizar el despegue, se producía el terremoto. La mayoría de los compañeros de Agung abandonaron su puesto y las instalaciones de la torre de control. Sin embargo, el joven se quedó allí porque el avión no había despegado aún.
El controlador aéreo permaneció en la torre hasta que vio cómo la aeronave despegaba. Fue entonces cuando se cayó el techo del edificio. El joven intentó escapar, saltando por la ventada desde el cuarto piso.
En la caída se rompió la pierna y sufrió graves heridas internas. Sin embargo, aguantó. Agonizó durante horas ante la imposibilidad de ser trasladado precisamente a Makassar, donde le podrían haber dado la asistencia necesaria.
«Antes de que llegara un helicóptero, Agung exhaló su último aliento. Mostró una gran dedicación a la hora de prestar sus servicios para asegurar los vuelos. Por ello le vamos a recompensar elevando su rango en dos niveles y ofreciendo otras formas de aprecio a la familia que deja atrás», decía un superior a los medios de comunicación.
832 muertos
La acción de Agung ha salvado la vida de cientos de personas de aquel vuelo. Sin embargo, no han corrido la misma suerte los 832 muertos que ha dejado el terremoto y el tsunami. Una cifra que las autoridades creen que seguirá subiendo.
Especialmente abatidos están en las ciudades de Palu y Donggala, las más afectadas. Hasta allí ha comenzado ya a llegar la ayuda humanitaria, aunque la situación sigue siendo precaria.
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