Más de 59.000 mensajes después, el escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha decidido abandonar su cuenta de Twitter, donde contaba con más de 100.000 seguidores y donde estaba presente desde enero de 2010.
Lorenzo Silva, ganador de los Premios Planeta y Nadal, con una producción literaria muy conocida, sobre todo, por sus novelas policiacas, lo anunciaba en esta red social el pasado 2 de enero, cuando publicaba una foto de la Superluna en Venecia, acompañada por un mensaje: “Buena imagen para desconectar para siempre de Twitter. Gracias a todos, pero esto dejó de compensar“.
Superluna en Venecia. Buena imagen para desconectar para siempre de Twitter. Gracias a todos, pero esto dejó de compensar. pic.twitter.com/mTcBxdRTxF
— Lorenzo Silva (@VilaSilva) January 2, 2018
Varios días más tarde, en un extenso artículo en ‘El Mundo’ que precisamente ha tuiteado a modo de despedida, ha ahondado en los motivos de su marcha de Twitter, que, según asegura, no estaba diseñado para sus fines, sino para los de sus propietarios.
Ojos de pájaro azul https://t.co/Z7s2rguoNt vía @Papel_EM
— Lorenzo Silva (@VilaSilva) January 10, 2018
El escritor comienza señalando que no tiene tiene ningún problema “en el trato directo con el público” y recordando cómo empezó en las redes sociales. “Me abrí un perfil de Facebook y otro de Twitter. Bastante pronto me persuadí de la conveniencia de abandonar la primera, cuyo diseño desde siempre me pareció descaradamente favorable a la compañía y sus objetivos y harto enojoso para el usuario”, explica.
“Twitter, en cambio, se basaba en una idea tan sencilla como eficaz, al menos para mis particulares necesidades: la limitación de los 140 caracteres. Eso se traducía en interacciones sintéticas que permitían, con poco esfuerzo y poca inversión de tiempo, atender a mucha gente y me ahorraban el ruido, la prolijidad y la vana distracción de su competidora”, agrega.
“Debo decir que durante siete años y pico, aunque la experiencia no estaba exenta de los engorros intrínsecos a cualquier foro abierto y anónimo de intercambio entre seres humanos, el análisis coste-beneficio (que aprendí a hacer respecto de las tecnologías de la información allá por 1981, cuando tuve la suerte de que en mi instituto me pusieran en las manos un Apple II, inaugurando mi desde entonces ininterrumpida relación con los ordenadores) me resultó positivo. Me permitía expresarme con agilidad y puntualidad en asuntos que me interesaban, ponía a prueba mi capacidad de condensar el pensamiento, y recibía no pocas respuestas cálidas y estimulantes, útiles y esclarecedoras aun desde la discrepancia. Por todo ello seguí activo en Twitter, llegando a reunir algo más de 102.000 seguidores no comprados de mi cuenta”, continúa.
Su decisión, apunta, no está motivada por ningún incidente en concreto: “No fue, pues, una reacción a alguno de los fusilamientos tuiteros a los que me he hecho acreedor por no dejar de expresar mi opinión, irritante para sectores dispares; desde los independentistas catalanes que me tildaban de franquista, por no festejar su aventura, hasta los nostálgicos del régimen que no me perdonaban que retratara en mis libros a su Generalísimo como el carnicero que supo ser, tanto en la Guerra de Marruecos como en la Guerra Civil o, en fin, la tenebrosa posguerra”.
“UNA REFLEXIÓN MADURADA”
“No, no hubo nada de eso, sino la precipitación final de una reflexión madurada durante meses, en los que el resultado de mi análisis coste-beneficio se fue deteriorando. No sólo eran las injurias que debía soportar (denuncié a la compañía, por probar, una especialmente grave; se me contestó que en ella nada había contrario a sus condiciones de uso); a medida que mis mensajes alcanzaban más difusión empecé a sentirme desbordado por la respuesta. No tenía preocupación por contestar a los trolls, pero me agobiaba no llegar a atender a toda la buena y generosa gente que me mandaba alguna palabra de aliento. Empecé a comprender que la herramienta no estaba diseñada para mis fines, sino para los de sus propietarios -algo que ya intuía y que por lo demás no deja de ser lícito-, y que unos y otros habían dejado de ser compatibles: la hábil utilización por parte de Twitter de la curiosidad y otros automatismos de nuestro cerebro se había convertido en una distorsión que me apartaba de cosas más importantes. Había dejado morir mi blog, llevaba muchos meses sin actualizar mi web y, lo que es peor, en más de una ocasión personas cercanas a mí me hicieron notar que el pájaro azul, con sus 200.000 ojos puestos en mí, menoscababa la atención que les debía y que tenían todo el derecho a recibir”, relata.
SU CUENTA SEGUIRÁ ACTIVA
Así pues, Lorenzo Silva deja de tuitear pero aclara que no cerrará su cuenta, que sólo la utilizará para informar, de forma automatizada, de su actividad pública. “Ya no se irán mis horas, o mis minutos, en la interacción empobrecedora con embozados que generan audiencia a la plataforma de otros, y por ende valor económico para ellos, pero merman la calidad de mi existencia y no aportan nada a mi espacio de conocimiento y creación, que es donde prefiero que suceda, como ya empezó haciéndolo en el año 2000, mi propia y personal red social”, incide.
Tras sus primeros días desconectado de Twitter, Lorenzo Silva cuenta cómo está siendo la experiencia: “Han pasado pocos días y sólo aprecio ventajas, entre otras que la vida útil de mi viejo smartphone se ha prolongado: desde que desinstalé la app de Twitter, su batería ya vuelve a durarme todo el día, y no sólo la mañana. La más relevante, no obstante, se resume en algo que dejó escrito Michel Houellebecq, en unos términos que no me resisto a citar para cerrar esta explicación que creí que les debía a mis gentiles seguidores -a quienes espero reencontrar pronto en el espacio que les estará destinado- y que agradezco al diario que me permita difundir: “Cada individuo tiene sin embargo en su mano producir en sí mismo una suerte de revolución fría, situándose por un instante al margen del flujo informativo-publicitario. Es muy fácil de hacer; incluso nunca fue tan simple como hoy adoptar, en relación al mundo, una posición estética: basta con dar un paso a un lado””.
En Twitter son muchos los usuarios que han lamentado la decisión del escritor, que se ha convertido en una de las tendencias del día en esta red social:
Algo malo pasa cuando las personas con razones deciden que este no es su foro.
El escritor Lorenzo Silva deja su cuenta de Twitter, seguida por más de 100.000 personas https://t.co/WfWtkRIMoX vía @elpais_cultura— Victor del Arbol (@Victordelarbol) January 8, 2018
Sin ser seguidor de "Lorenzo Silva" entiendo y acepto sus razones. A twitter le sobran emociones y le falta reflexión. Y sí, nos quema mucho tiempo de manera improductiva.
— SergioGR (@669zowie) January 10, 2018
Cuando alguien tan cabal e íntegro como Lorenzo Silva decide abandonar su cuenta de Twitter, es para que todos recapacitemos sobre lo pernicioso o útil de este forohttps://t.co/jZRi2LfjH6
— Esteban Navarro (@EstebanNavarroS) January 10, 2018
El escritor Lorenzo Silva deja su cuenta de Twitter, seguida por más de 100.000 personas | EL PAÍS.- LO COMPRENDO https://t.co/iez6PemGua
— Juan Cruz Ruiz (@cosmejuan) January 8, 2018
https://twitter.com/_LuisRoso/status/951038169285263362
https://twitter.com/SandroINN/status/951046603569287168
Interesante reflexión que ha hecho Lorenzo Silva de por qué ha dejado de tuitear. La culpa es de los 280 caracteres… https://t.co/EaKtDmg2UF
— Leticia (@Lgalcer) January 10, 2018
Las redes sociales son una gran herramienta magnífica pero también al servicio de la abundante miseria humana. Pobres de esas víctimas que tienen que abandonar por esa escoria. Lorenzo Silva: por qué he dejado Twitter https://t.co/km4w1AxC4S vía @elmundoes
— Silvia Barrera (@sbarrera0) January 10, 2018
Lorenzo Silva: por qué he dejado Twitter. Es una gran pérdida. Pero totalmente comprensible. Los que te admiramos te seguiremos en tu blog! https://t.co/OOJpLYvcPA vía @elmundoes
— Elena (@ele_font) January 10, 2018
Lorenzo Silva simplemente ha dicho lo que todos sabemos sobre Twitter. Lo único, que él tiene la posibilidad de contarlo en otros medios, y hace bien. Niños chicos, problemas chicos; niños grandes, problemas grandes. Con el número de followers ocurre lo mismo.
— Laura Tinajero (@laura_tinajero) January 10, 2018